sábado, 13 de diciembre de 2014

Llegan las navidades

Hola amigos, en estas semanas estamos de lo más ajetreados con las compras navideñas, y tenemos menos tiempo para dedicarles a nuestras mascotas, sin embargo deberíamos de regalarles unos minutos de nuestro tiempo siempre que nos sea posible.


 Permitirme comentaros como me conduzco con mi pequeño Lucky cuando debo de pasar muchas horas fuera de casa y se queda solo, lo que suelo hacer es  guardar un poco de su comida y utilizarla a modo de juego, con ello trabajo su mente y le refuerzo las ordenes que ya ha aprendido e intento enseñarle una nueva a ser posible. Las órdenes que suelo reforzar son: (sienta, quieto, tumba, busca, ven, junto, suelta, guarda,…)




Nuestra mascota a lo largo de su vida pasa por una serie de etapas:

-Periodo neonatal.
-Periodo de transición.
-Periodo de socialización o crítico.
-Etapa juvenil.
-Periodo de madurez.


Al adquirir a nuestro perro siendo un cachorrito, estará en el periodo de transición o en el de socialización y, su carácter habrá sido modelado por su mamá perra. En este tiempo no debemos tratar de adiestrarlo ni enseñarle nada que requiera esfuerzo ya que es como un bebé, en pleno desarrollo y crecimiento.
Para socializarlo es importante permitir al cachorro acercarse a otros perros y personas, y pasearlo a menudo por plazas y parques donde convivan animales, niños, adultos…
 Convivir con nuestra mascota, puede ser una bendición o un martirio eso dependerá de lo bien que lo eduquemos.

Educando a nuestra mascota:


A la hora de comer.

El perro siempre debe comer en el mismo sitio y a la misma hora mientras dura su crianza. Jamás se le debe dar ningún alimento mientras comemos nosotros ya que esta sería la mejor forma de hacerlo un maleducado pedigüeño. La regularidad en la hora viene impuesta por su respuesta fisiológica. El perrito tiende a defecar pasados diez o veinte minutos de su comida. Sabiendo esto, no tenemos más que llevarlo, a esa hora, al sitio donde queremos que defeque de ahora en adelante. Cuando lo haga, alábelo siempre con las mismas palabras y en el mismo tono. ¡Muy bien! o ¡Buen chico!
Mientras se le suministra el alimento, los miembros de la familia y especialmente los niños, deben acariciarlo y jugar a quitarle la comida para posteriormente, devolvérsela. Con esto conseguiremos dos objetivos. El primero es que tenga apetencia por su comida y demostrar al cachorro que él se alimentará cuando nosotros queramos y no cuando le apetezca.
Algunos cachorros de tres o cuatro meses y de carácter excesivamente dominante, tienden a gruñir cuando tratamos de retirarle la comida. En ese caso, se le retira con más brusquedad a la vez que le golpeamos ligeramente en el hocico. Solo se le dejará comer cuando acepte este juego, incluso con los niños. Tenga en cuenta que, a esta edad el cachorro tiene muy poca capacidad de agresión y casi ninguna de provocar una lesión.
Cuando acepte de buen grado esta jerarquización, lo dejaremos comer a la vez que lo acariciamos y lo premiamos con la voz. Los niños, si los hay, deben estar siempre presentes en estas manipulaciones e intervenir como actores principales de la comedia.



Enseñándole la negación.

El cachorrito aprende con facilidad a detectar el estado anímico de su dueño pero es necesario, enseñarle una palabra que él asocie a nuestro descontento. Esa palabra es. ¡NO!. Hay que dársela en un tono mas elevado que la de ¡Muy bien!



¿No puedo adiestrarlo en ninguna orden?

Bajo ningún concepto debemos enseñarle habilidad alguna hasta que haya completado su madurez psicofísica. Eso no quiere decir que no lo estemos educando constantemente en sus órdenes básicas como son el conocimiento de su nombre, la llamada y la sugerencia de que se retire a su sitio y no moleste.



Enseñándole su nombre.

Debemos nombrar a nuestro perro con una palabra seca, sonora, corta y en las que aparezcan, a ser posible, las consonantes K, R, T y las vocales A , O. Diversos experimentos demuestran que una palabra onomatopéyicamente correcta, facilita enormemente la capacidad de comprensión y adaptación al lenguaje humano del perro.
Supongamos que hemos decidido que nuestro protagonista se llame, de ahora en adelante, TRUCO.

Si le resulta difícil ponerle nombre a su mascota puede consultar en la siguiente dirección Nombres para perros machos y hembras

 Vamos a enseñarle a que venga y contacte con nosotros cada vez que emitamos ese sonido.


Llamando a Truco.
Para enseñar a nuestro cachorro a que venga cuando nosotros queramos, debemos utilizar el Condicionamiento Operante, es decir, vamos a hacer una adquisición de hábito basada un poco en la paciencia y un mucho en la Ciencia. Llamaremos al perro con voz suave y jovial (nunca lo llame para castigarlo), acompañaremos la voz de ¡Truco! con unas palmadas mientras nos inclinamos hacia él y esperaremos a que "se le ocurra" venir.
Cuando esté a nuestro lado lo acariciaremos efusivamente e incluso, le daremos una pequeña porción de golosina. Para este trabajo necesitamos que el animal tenga hambre y que la golosina sea lo suficientemente pequeña para que no se sature su instinto de alimentación. Se sorprenderá de lo rápido que aprende a venir y de lo "listo" que es el alumno.
Supongamos que ya viene cada vez que lo llama pero que no toma contacto con usted, es decir, no llega a tocarlo sino que se mantiene medio metro alejado de su pantalón. Dejaremos de acariciar y acercaremos la golosina a nuestra ropa hasta que el hambre y la necesidad de caricias lo venzan y toque nuestra pierna. Inmediatamente le suministraremos su premio y le diremos: ¡Truco, muy bien!. Pocas repeticiones bastan para que lo entienda.


Es importante que nunca llame al perro para castigarlo porque destrozaríamos, para siempre, el trabajo. Si hace una faena y, al llamarlo viene, ¿debemos premiar su acción y olvidar la fechoría? Por otra parte, si decide castigarlo, no lo llame, vaya hacia donde está él y regáñalo con un ¡NO! rotundo.


¡No molestes, vete a tu sitio!

Si desde que llegó a casa él tiene una manta, transportín, rincón o cualquier "pequeño territorio" donde se sienta a cobijo de calamidades, coma, duerma y se tranquilice, observará que la conducta de "retirarse" la ejecuta con espontaneidad. Solo tiene que inventar una palabra como ¡SITIO! y hacérsela llegar mientras él se retira. Cuándo se eche en su rincón, alábalo con ¡Muy bien, SITIO!. No se preocupe del tiempo que tarde en aprenderlo ya que usted está grabando en su "disco duro" palabras imborrables a lo largo de su vida.


¿Cómo deberíamos afrontar el encuentro o saludo con un perro desconocido?

Podríamos decir que deberíamos adaptarnos a la situación, y al perro, pero como esto no es posible cuando no conocemos el carácter del animal, deberíamos adoptar la postura neutra, e ignorarlo resulta ser la más versátil. Ignorar al perro significa no mirarlo directamente, no hablarle, y no tocarlo durante un rato, o al menos hasta que él nos lo permita y estemos seguros que no derivará en situaciones desagradables. El hecho de ignorar al perro es muy beneficioso tanto si es un perro dominante como si es sumiso o juguetón. Nos ganamos su respeto y no lo hacemos sentir incómodo, con lo que evitamos conflictos con perros de fuerte carácter y evitamos que un perro juguetón se pase todo el rato buscando atenciones de nosotros mientras intentamos entablar una conversación.



 


Curiosidades perrunas:

En Alemania se promueve la presencia de los perros en el lugar de trabajo
Para los amantes de sus mascotas esta es una gran noticia, se procura demostrar los beneficios de poder llevar tu perro a tu lugar de trabajo, para ello, han realizado una serie de estudios científicos internacionales, que asegura demostrar que un perro en el trabajo contribuye significativamente a reducir los niveles de estrés entre los empleados, favoreciendo la liberación de oxitocina, que reduce la excesiva producción de las hormonas del estrés, cortisol e insulina.




Esta es la principal conclusión del primer estudio representativo sobre el tema "perros en el trabajo", hecho por el portal demoscópico Statista, como destacó el presidente de la asociación Perro de Oficina, Markus Beyer.

Según la encuesta, encargada por la red social para profesionales Xing, el 53 por ciento de los empleadores no rechaza explícitamente un animal doméstico en la oficina, mientras el 28 por ciento de los empleados considera que las mascotas deberían estar permitidas en el lugar de trabajo.

Además, más de un tercio de los 1.004 encuestados considera que los jefes ganan en atractivo al permitir la presencia de perros en la oficina, mientras que 4 de cada 10 empleados están convencidos de que tener al mejor amigo del hombre en el lugar de trabajo reduce el estrés y tiene efectos relajantes.

Un perro en la oficina, algo que ya permiten diversas empresas alemanas, no tiene sólo efectos beneficiosos sobre el dueño del can, también sobre el resto de compañeros de trabajo, que se animan a acariciar al animal y contribuyen a generar un clima de "buen humor", recalca Beyer.

"A mayor estrés continuado, mayor posibilidad de padecer burnout. Un perro, en este caso, realmente puede ser de gran ayuda", asegura este entrenador profesional de perros al referirse al Síndrome de Desgaste Profesional (SDP). Según Beyer, "las personas liberan oxitocina -la llamada también hormona del amor u hormona de la unión- cuando están en contacto con un perro, y viceversa". 

También la Federación Protectora de Animales alemana está convencida de que, en ciertas circunstancias, un animal puede resultar beneficioso en una oficina.

Para demostrarlo, la organización ha creado el Día del Colega Perro, jornada durante la cual las empresas participantes en esta iniciativa, que se celebra anualmente, permiten que sus empleados lleven a sus mascotas al trabajo.

En la edición de este año, que tuvo lugar el pasado 26 de junio, más de mil empresas de todos los sectores, desde bufetes de abogados hasta librerías, pasando por clínicas veterinarias, concesionarios de coches, agencias de viajes y residencias de ancianos, abrieron sus puertas al mejor amigo del hombre, y fue todo un éxito.

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