Hola amigos, en estas semanas estamos de lo más
ajetreados con las compras navideñas, y tenemos menos tiempo para dedicarles a
nuestras mascotas, sin embargo deberíamos de regalarles unos minutos de nuestro
tiempo siempre que nos sea posible.
Permitirme
comentaros como me conduzco con mi pequeño Lucky cuando debo de pasar muchas
horas fuera de casa y se queda solo, lo que suelo hacer es guardar un poco de su comida y utilizarla a
modo de juego, con ello trabajo su mente y le refuerzo las ordenes que ya ha
aprendido e intento enseñarle una nueva a ser posible. Las órdenes que suelo
reforzar son: (sienta, quieto, tumba, busca, ven, junto, suelta, guarda,…)
Nuestra mascota a lo largo de su vida pasa por una
serie de etapas:
-Periodo neonatal.
-Periodo de transición.
-Periodo de
socialización o crítico.
-Etapa juvenil.
-Periodo de madurez.
Al adquirir a nuestro
perro siendo un cachorrito, estará en el periodo de transición o en el de
socialización y, su carácter habrá sido modelado por su mamá perra. En este
tiempo no debemos tratar de adiestrarlo ni enseñarle nada que requiera esfuerzo
ya que es como un bebé, en pleno desarrollo y crecimiento.
Para socializarlo es importante permitir al cachorro
acercarse a otros perros y personas, y pasearlo a menudo por plazas y parques
donde convivan animales, niños, adultos…
Convivir con nuestra mascota, puede ser una
bendición o un martirio eso dependerá de lo bien que lo eduquemos.
Educando a nuestra mascota:
A la hora de comer.
El perro siempre debe
comer en el mismo sitio y a la misma hora mientras dura su crianza. Jamás se le
debe dar ningún alimento mientras comemos nosotros ya que esta sería la mejor
forma de hacerlo un maleducado pedigüeño. La regularidad en la hora viene
impuesta por su respuesta fisiológica. El perrito tiende a defecar pasados diez
o veinte minutos de su comida. Sabiendo esto, no tenemos más que llevarlo, a
esa hora, al sitio donde queremos que defeque de ahora en adelante. Cuando lo
haga, alábelo siempre con las mismas palabras y en el mismo tono. ¡Muy bien! o
¡Buen chico!
Mientras se le
suministra el alimento, los miembros de la familia y especialmente los niños,
deben acariciarlo y jugar a quitarle la comida para posteriormente,
devolvérsela. Con esto conseguiremos dos objetivos. El primero es que tenga
apetencia por su comida y demostrar al cachorro que él se alimentará cuando
nosotros queramos y no cuando le apetezca.
Algunos cachorros de
tres o cuatro meses y de carácter excesivamente dominante, tienden a gruñir
cuando tratamos de retirarle la comida. En ese caso, se le retira con más
brusquedad a la vez que le golpeamos ligeramente en el hocico. Solo se le
dejará comer cuando acepte este juego, incluso con los niños. Tenga en cuenta
que, a esta edad el cachorro tiene muy poca capacidad de agresión y casi
ninguna de provocar una lesión.
Cuando acepte de buen
grado esta jerarquización, lo dejaremos comer a la vez que lo acariciamos y lo
premiamos con la voz. Los niños, si los hay, deben estar siempre presentes en
estas manipulaciones e intervenir como actores principales de la comedia.
Enseñándole la negación.
El cachorrito aprende
con facilidad a detectar el estado anímico de su dueño pero es necesario,
enseñarle una palabra que él asocie a nuestro descontento. Esa palabra es.
¡NO!. Hay que dársela en un tono mas elevado que la de ¡Muy bien!
¿No puedo adiestrarlo en ninguna
orden?
Bajo ningún concepto
debemos enseñarle habilidad alguna hasta que haya completado su madurez
psicofísica. Eso no quiere decir que no lo estemos educando constantemente en
sus órdenes básicas como son el conocimiento de su nombre, la llamada y la
sugerencia de que se retire a su sitio y no moleste.
Enseñándole su nombre.
Debemos nombrar a
nuestro perro con una palabra seca, sonora, corta y en las que aparezcan, a ser
posible, las consonantes K, R, T y las vocales A , O. Diversos experimentos
demuestran que una palabra onomatopéyicamente correcta, facilita enormemente la
capacidad de comprensión y adaptación al lenguaje humano del perro.
Supongamos que hemos
decidido que nuestro protagonista se llame, de ahora en adelante, TRUCO.
Si le resulta difícil ponerle nombre a su mascota puede consultar en la siguiente dirección Nombres para perros machos y hembras
Vamos
a enseñarle a que venga y contacte con nosotros cada vez que emitamos ese
sonido.
Llamando a Truco.
Para enseñar a nuestro
cachorro a que venga cuando nosotros queramos, debemos utilizar el
Condicionamiento Operante, es decir, vamos a hacer una adquisición de hábito
basada un poco en la paciencia y un mucho en la Ciencia. Llamaremos al perro con
voz suave y jovial (nunca lo llame para castigarlo), acompañaremos la voz de
¡Truco! con unas palmadas mientras nos inclinamos hacia él y esperaremos a que
"se le ocurra" venir.
Cuando esté a nuestro
lado lo acariciaremos efusivamente e incluso, le daremos una pequeña porción de
golosina. Para este trabajo necesitamos que el animal tenga hambre y que la
golosina sea lo suficientemente pequeña para que no se sature su instinto de
alimentación. Se sorprenderá de lo rápido que aprende a venir y de lo "listo"
que es el alumno.
Supongamos que ya viene
cada vez que lo llama pero que no toma contacto con usted, es decir, no llega a
tocarlo sino que se mantiene medio metro alejado de su pantalón. Dejaremos de
acariciar y acercaremos la golosina a nuestra ropa hasta que el hambre y la
necesidad de caricias lo venzan y toque nuestra pierna. Inmediatamente le
suministraremos su premio y le diremos: ¡Truco, muy bien!. Pocas repeticiones
bastan para que lo entienda.
Es importante que nunca
llame al perro para castigarlo porque destrozaríamos, para siempre, el trabajo.
Si hace una faena y, al llamarlo viene, ¿debemos premiar su acción y olvidar la
fechoría? Por otra parte, si decide castigarlo, no lo llame, vaya hacia donde
está él y regáñalo con un ¡NO! rotundo.
¡No molestes, vete a tu sitio!
Si desde que llegó a
casa él tiene una manta, transportín, rincón o cualquier "pequeño
territorio" donde se sienta a cobijo de calamidades, coma, duerma y se
tranquilice, observará que la conducta de "retirarse" la ejecuta con
espontaneidad. Solo tiene que inventar una palabra como ¡SITIO! y hacérsela
llegar mientras él se retira. Cuándo se eche en su rincón, alábalo con ¡Muy
bien, SITIO!. No se preocupe del tiempo que tarde en aprenderlo ya que usted
está grabando en su "disco duro" palabras imborrables a lo largo de
su vida.
¿Cómo deberíamos afrontar el
encuentro o saludo con un perro desconocido?
Podríamos decir que deberíamos adaptarnos a la
situación, y al perro, pero como esto no es posible cuando no conocemos el
carácter del animal, deberíamos adoptar la postura neutra, e ignorarlo resulta
ser la más versátil. Ignorar al perro significa no mirarlo directamente, no
hablarle, y no tocarlo durante un rato, o al menos hasta que él nos lo permita
y estemos seguros que no derivará en situaciones desagradables. El hecho de
ignorar al perro es muy beneficioso tanto si es un perro dominante como si es
sumiso o juguetón. Nos ganamos su respeto y no lo hacemos sentir incómodo, con
lo que evitamos conflictos con perros de fuerte carácter y evitamos que un
perro juguetón se pase todo el rato buscando atenciones de nosotros mientras
intentamos entablar una conversación.
Curiosidades perrunas:
En Alemania se promueve la presencia de los perros
en el lugar de trabajo
Para
los amantes de sus mascotas esta es una gran noticia, se procura demostrar los
beneficios de poder llevar tu perro a tu lugar de trabajo, para ello, han
realizado una serie de estudios científicos internacionales, que asegura
demostrar que un perro en el trabajo contribuye significativamente a reducir
los niveles de estrés entre los empleados, favoreciendo la liberación de
oxitocina, que reduce la excesiva producción de las hormonas del estrés,
cortisol e insulina.
Esta
es la principal conclusión del primer estudio representativo sobre el tema
"perros en el trabajo", hecho por el portal demoscópico Statista,
como destacó el presidente de la asociación Perro de Oficina, Markus Beyer.
Según
la encuesta, encargada por la red social para profesionales Xing, el 53 por
ciento de los empleadores no rechaza explícitamente un animal doméstico en la
oficina, mientras el 28 por ciento de los empleados considera que las mascotas
deberían estar permitidas en el lugar de trabajo.
Además,
más de un tercio de los 1.004 encuestados considera que los jefes ganan en
atractivo al permitir la presencia de perros en la oficina, mientras que 4 de
cada 10 empleados están convencidos de que tener al mejor amigo del hombre en
el lugar de trabajo reduce el estrés y tiene efectos relajantes.
Un
perro en la oficina, algo que ya permiten diversas empresas alemanas, no tiene
sólo efectos beneficiosos sobre el dueño del can, también sobre el resto de
compañeros de trabajo, que se animan a acariciar al animal y contribuyen a
generar un clima de "buen humor", recalca Beyer.
"A
mayor estrés continuado, mayor posibilidad de padecer burnout. Un perro, en
este caso, realmente puede ser de gran ayuda", asegura este entrenador
profesional de perros al referirse al Síndrome de Desgaste Profesional (SDP).
Según Beyer, "las personas liberan oxitocina -la llamada también hormona
del amor u hormona de la unión- cuando están en contacto con un perro, y
viceversa".
También
la Federación Protectora de Animales alemana está convencida de que, en ciertas
circunstancias, un animal puede resultar beneficioso en una oficina.
Para
demostrarlo, la organización ha creado el Día del Colega Perro, jornada durante
la cual las empresas participantes en esta iniciativa, que se celebra
anualmente, permiten que sus empleados lleven a sus mascotas al trabajo.
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